Palmera Areca
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Es elegante, imponente y sumamente decorativa. Un auténtico trío de ases que la convierten en favorita para quienes quieren darle un toque exótico a cualquier interior. Pero aunque sea su porte lo que nos seduzca, hay algo más importante: lograr que se mantenga en el tiempo pasa por conocer los cuidados de la areca. Unos absolutamente imprescindibles para su bienestar y, por tanto, para que mantenga su característica belleza.
Comprender los cuidados de la areca pasa, en primer lugar, por familiarizarnos con sus orígenes. Estas preciosas palmeras que en nuestras latitudes se cultivan en interior son originarias de Madagascar. Una isla en la que crecen de manera silvestre creando imponentes ejemplares de una altura más que considerable. Lógicamente, no conseguiremos crear esta selva tan espectacular en casa. Pero, con los cuidados adecuados, sí es importante saber que nuestra areca puede alcanzar los dos metros de altura. Unas dimensiones más que considerables que obligan a buscarle el emplazamiento adecuado.
Así que veamos en detalle qué necesita esta maravillosa palmera para prosperar. Y, lo que es más importante, para hacerlo con bienestar y salud.
7 CUIDADOS DE LA ARECA FUNDAMENTALES EN SU CULTIVO
En líneas generales, los cuidados de la areca no son complicados. Sin embargo, sí hay que tener algo en cuenta. Su procedencia es absolutamente tropical, por lo que solo podremos sacarla adelante si somos capaces de recrear en nuestra casa unas condiciones muy específicas. Y aquí hay que hacer un pequeño matiz. Aunque en nuestras latitudes se cuenta en la lista de plantas de interior, lo cierto es que no siempre está dentro de casa. En climas cálidos y tropicales, como el de Canarias, es posible incluir esta maravillosa planta entre los tipos de palmeras resistentes para cultivar en el jardín.
1. Luz, el primero de los cuidados de la areca a vigilar de cerca
Es, de hecho, uno de los cuidados de la areca que más sorprende. Dado que su procedencia es tropical, podríamos pensar que necesita muchísimo sol. Y sí… pero no. La areca puede estar a pleno sol, pero no es su lugar idóneo. De exponerla a luz directa, es probable que sus hojas se quemen.
Evitarlo sin comprometer su salud pasa por proporcionarle un espacio sumamente luminoso. Es más: podemos cultivarla sin inconvenientes en semisombra.
2. Temperatura, un aspecto clave en su cultivo
Probablemente, uno de los cuidados de la areca que debemos controlar de cerca. Porque en este caso, los orígenes tropicales de esta planta sí pueden jugarnos malas pasadas. Hablamos de una palmera friolera, por lo que su temperatura ideal está entre los 18 y los 25 grados. Es más: nunca podremos exponerla a menos de 15 grados a menos que queramos comprometer su vida.
Pero ¿qué sucede si, como comentábamos, la tenemos en exterior? Sencillo. Si hemos logrado aclimatarla al exterior, su tolerancia al frío será mayor. Tanto que, incluso, puede llegar a resistir temperaturas inferiores.
Areca
3. Riego, el más exigente de sus cuidados
¡E insistimos! La areca es una planta tropical y, como tal, necesita contar con un sustrato que siempre esté ligeramente húmedo. Por eso es importante llevar a cabo riegos abundantes y regulares. Pero ojo con esto, porque igual que necesita la humedad no tolera nada bien los encharcamientos.
Durante los meses de calor, lo ideal es regarla cada dos o tres días. Sin embargo, con la llegada del invierno reduciremos drásticamente la pauta de riego.
4. Humedad ambiental, un imprescindible
Sucede como con el riego: es una de sus exigencias tropicales. La areca demanda un ambiente con una elevada humedad ambiental que tendremos que darle forzosamente para que no enferme. Y nada como comprender un detalle importante: la areca transpira a través de sus hojas.
No hablamos únicamente de utilizar algún sistema para hacer más húmedo el ambiente. También tendremos que plantearnos, sobre todo en los meses de calor, pulverizar sus hojas para que tengan la humedad que demandan.
5. Abonado, otro de los cuidados de la areca más exigentes
Esa transpiración a través de sus hojas hace que la areca sea exigente en lo que respecta a los nutrientes. Añadido, su capacidad de limpiar el aire incrementa todavía más esta demanda.
Por todo ello y para mantener su verde característico, es importante fertilizar en los meses de primavera y verano una vez al mes con un abono para plantas verdes o plantas tropicales.
6. Trasplante, una labor que tendremos que cuidar
Trasplantar una areca solo debe hacerse cuando sus raíces hayan ocupado todo el espacio que tenían disponible para crecer. Tanto si la plantamos en suelo como en una maceta de mayor tamaño, hay un detalle que es fundamental: hacerle un buen drenaje.
Como decíamos, la areca es susceptible a los encharcamientos. Por eso, es fundamental emplearnos a fondo con el drenaje y utilizar un sustrato para plantas verdes que lo facilite.
7. Poda, una tarea a eliminar de su cultivo
Podemos desentendernos por completo de esta labor, ya que la areca es una planta que no se poda. Tan solo hay que dejarla crecer con libertad. Tan solo tendremos que retirar las hojas que estén secas.
PROBLEMAS DE CULTIVO DE LA ARECA
Sucede que, en ocasiones y aunque estemos siguiendo de forma rigurosa los cuidados de la areca, nuestra planta sufre alteraciones en el color de sus hojas. Algo que suele plantear muchas dudas, y que es únicamente la forma que tiene nuestra planta de decirnos que tenemos que revisar sus cuidados.
Veamos cuáles son los problemas que podemos encontrarnos. Y, lo que es más importante, cómo solucionarlos.
1. Las hojas de la areca se ponen marrones
Uno de los problemas más habituales en el cultivo de la areca. Cuando sus hojas se ponen marrones, puede deberse a dos motivos bien distintos. En unas ocasiones, nos está advirtiendo de una falta de humedad ambiental. En otras, sin embargo, es un síntoma de exceso de riego.
Lo ideal es descartar que esas hojas marrones sean la respuesta a un exceso de riego. Para ello, no solo es interesante comprobar si el sustrato está demasiado húmedo. También es recomendable comprobar que el drenaje está haciendo correctamente su trabajo.
Si no es ese el problema, bastará con pulverizar sus hojas de forma regular.
2. Las hojas de la areca se ponen amarillas
En este caso, detectar cuál es el problema es más sencillo. Cuando las hojas de la areca se ponen amarillas suele deberse a la presencia de una plaga ya sea de insectos o de hongos. Importante identificar lo antes posible de cuál se trata, y aplicar los insecticidas o fungicidas que sean precisos.
Y, una vez conocidos los cuidados de la areca, solo queda algo por hacer: disfrutar de esta increíble planta.